LA ESTABILIDAD
¿Qué es lo que tenemos con la estabilidad? La deseamos tanto, pero tanto… como si se tratara del premio gordo de la lotería, de la garantía necesaria para la felicidad absoluta, o el cumplimiento de la promesa más hermosa que jamás nos hubiesen hecho.
La estabilidad material, financiera, emocional, sentimental, íntima… Esa certeza de que podemos confiarnos en el lugar en el que estamos, con la persona con la que estamos, porque todo irá bien hasta el final. No hay por qué temer, estamos en puerto seguro.
El ser humano es cambiante, una especie de adicto a lo desconocido, a las aventuras, a la libertad plena de hacer lo que sea cuando sea y como mejor lo prefiramos. Pero, aunque muchos lo nieguen y algunos valientes lo reconozcan, la estabilidad es esa pieza que siempre falta a nuestro rompecabezas. Y la estabilidad es todo lo contrario a aquella extraña adicción.
Los que niegan al matrimonio como forma de vida, igual buscan una pareja con quien compartir su vida, armar proyectos de futuro y sentarse a esperar que la vejez finalmente los alcance. Con papel firmado de por medio o no, independientemente del libertinaje o la cuestionable fidelidad, todo ser humano al llegar a su adultez busca con quien construir una historia. Como se dice… cada oveja con su pareja.
En días como hoy, es un mal común en la raza masculina encontrar a los traumatizados con la estabilidad, aquellos que le tienen miedo al compromiso y viven aferrados a la cómoda frase “puede ser”. Puede ser que haya futuro, puede ser que te quiera o no, puede ser que seas el amor de mi vida, puede ser que vayamos juntos a la playa, puede ser que pida un aumento, puede ser que regrese a los estudios, puede ser que asegure el carro, puede ser… puede ser…. puede ser…
Pero, incluso, el clan de los “puede ser” busca el equilibrio. Algo y alguien para confiar, para depositar allí su sentimiento de calma, una luz en el camino, una guía para sus decisiones. Busca, a pesar de todo, la estabilidad. Pero cuando se trata de pareja, que respondan todas las interrogantes con un simplón “puede ser” es un arma de doble filo. Porque si esta raza masculina de la tipología específica “puede ser” reserva sus promesas, sus palabras de aliento o cualquier frase afirmativa que termine comprometiéndolos, la pareja en cuestión no tiene manera de conocer sus sentimientos, de también encontrar la estabilidad en un viceversa silencioso y huidizo. Entonces, la pareja, harta de los “puede ser”, eleva anclas, levanta vuelo y se larga… tan simple como la respuesta genérica y talla única: “puede ser”.
Y es que la fobia al compromiso, en el fondo, no es excluyente de la búsqueda de la estabilidad. Porque la fobia al compromiso es, nada más y nada menos, que miedo al fracaso, alergia al tropiezo, temor a resultar herido en un intento fallido por encontrar el amor o el éxito. En el fondo, muy muy pero muy en el fondo, los anti-compromiso son tan románticos como el resto de nosotros. Pero primero muertos que confesando una verdad tan vergonzosa ¿cierto?
Ese miedo a salir lastimados, a sentir de cerca la etiqueta del fracaso, el dolor de un tropiezo más en nuestra historia de vida o el sufrimiento al salir lastimado en el intento se traduce en un breve síntoma que todo lo une: temor a la soledad. Todos le tememos a la soledad. El ser humano es un ser sociable. Vinimos al mundo para estar en sociedad, para conocernos unos a otros, para aprender a amarnos y aceptarnos, para querer y ser queridos, para aprender y dictar lecciones. En definitiva, estamos diseñados para socializar. Lo contrario a eso es vivir en soledad, aislados del resto del mundo. La soledad es contranatural, va en contra de nuestra arquitectura humana.
Así que la estabilidad es el fin común, el fin último, la búsqueda final… la meta. Estabilidad emocional para afrontar los retos, estabilidad sentimental para no estar solos y estabilidad económica para disfrutar con cierto confort el triunfo de encontrar a ese alguien quien se convierta en nuestro compañero o compañera de viaje. La estabilidad es equilibrio, equilibrio es tranquilidad y la tranquilidad, ese respiro de satisfacción, es… la tan anhelada felicidad.
Entonces, vuelvo a preguntarme ¿qué es lo que tenemos con la estabilidad que tanto la necesitamos? Porque todos queremos ser felices. Después de todo, no hay tanto misterio ¿cierto?